Hay un montón de cosas que la gente cree y repite de estas arañas, que contribuyen a hacerle mala fama y que no son ciertas. Que la mordedura no es peligrosa, ya te lo dijimos. No vamos a insistir.
Las tarántulas NO SALTAN, no brincarán a tu cuello. Pueden moverse rápido e impresionar, sobre todo con el susto de la persona, pero nunca saltan mucho. Seguramente este mito está inspirado en los pequeños saltícidos que, valga la redundancia, saltan distancias considerables. Haciendo regla de tres, se podría pensar que las tarántulas son campeonas de salto alto ("si esta chica salta esto, esa grandota... ¡pah!"). Pero no. Entre otras cosas, para saltar se necesita tener buena visión (¡hay que ver dónde caer!) y estas arañas tienen una visión muy deficiente. Por lo tanto, casi no saltan (¿ya te lo habíamos dicho?)
Tampoco hacen telas para cazar, y mucho menos telas geométricas aéreas gigantescas, como se pretende en algunas películas de terror (Aracnofobia & Cia.). Aunque algunas telas de arañas son bastante resistentes, las tarántulas son demasiado pesadas para ellas. Mas allá de esto, en realidad sólo unas pocas familias de arañas hacen una tela geométrica para capturar. Las pobres tarántulas sólo son capaces de tapizar su cueva con un poco de seda; las hembras pueden encapsular primorosamente sus huevitos en la ooteca (¿recuerdan?) y los machos hacer una tela densa para la inducción espermática ... Pero andar colgando al viento por ahi ... ¡jamás!
En algunos países de América se las responsabiliza de enfermedades en las patas del ganado, especialmente caballos: supuestamente serían mordeduras de las tarántulas (de ahí el localismo de pica-caballo). En realidad, dichas enfermedades son de origen infeccioso y nada tienen que ver con las pobres tarántulas, que lo menos que quieren es morder un caballo de cientos de kilos y que no van a comer.
Está arraigada en Uruguay la creencia de que estas arañas andan en pareja: "...si aparece una, por ahí debe andar la otra...", se dice. Las tarántulas, como la enorme mayoría de las arañas, son solitarias. Sólo se encuentran macho y hembra para la cópula, en la época reproductora. Después macho y hembra hacen su vida (que, como vimos, en estas arañas es muy, pero muy diferente).
Lejos de aquí, los yanomami de Brasil y Venezuela capturan grandes tarántulas, les queman los pelitos (serán valientes, pero no son bobos) y se las comen. Más que por hambre, éste es un rito basado en la creencia - muy generalizada en varias etnias - de que al comerla se adquieren las virtudes del animal comido; en este caso, la gigantesca Theraphosa blondii, la más grande del mundo. A modo de iniciación como cazadores, los jóvenes ponen a prueba su valentía, tienen que sacar el bicho de la cueva y envolverla viva en una hoja de palma, donde la transportan hasta el campamento para el curioso asadito.
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